Sea disruptivo o incremental, el cambio institucional no se genera a partir de una “tabula rasa”. Reglas, instituciones y organizaciones son preexistentes a cualquier cambio o reforma. Una buena práctica es aprender de las malas experiencias o errores pasados, no reconocerlos limita nuestro margen de crecimiento como sociedad y nación. Esta es una de las reflexiones que me dejó la conferencia “Comprendiendo los Acuerdos Gobierno a Gobierno: Coyuntura y Desafíos” organizada por el Gremio de Construcción e Ingeniería de la Cámara de Comercio de Lima y Latac Business, y en la que tuve el placer de participar junto a destacados profesionales.

Los acuerdos de Gobierno a Gobierno entraron disruptivamente a la gestión pública con una serie de herramientas que aún no son explotadas del todo por el Estado en sus tres niveles de gobierno para la ejecución de proyectos de infraestructura. Contratos estandarizados, prácticas colaborativas de gestión, resolución de disputas y la gestión continua del mantenimiento de la infraestructura son solo unos ejemplos. Tenemos en estos momentos las mejores prácticas en materia de gestión infraestructura de 5 países del primer mundo, ¿estamos realmente aprovechando esta experiencia para mejorar nuestro ralentizado y opaco sistema de infraestructura? La respuesta es no.

Ahora bien, los Gobierno a Gobierno no son infalibles. Abogar por su desaparición no solo es un despropósito al conocimiento y experiencia ganada sino también una insensatez. No recuerdo haber leído o escuchado a alguien pedir la eliminación de las asociaciones publico privadas luego del escándalo de corrupción de Odebrecht. Podemos estar en desacuerdo en varios puntos pero pongámonos de acuerdo que, para el cambio institucional, necesitamos recoger lo mejor de cada modalidad.