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Apenas hubo luz verde por el Consejo Nacional Electoral en Venezuela para la recolección del 1% de firmas del padrón electoral nacional con el propósito de iniciar el proceso de revocatoria del mandato del presidente Nicolás Maduro -ya cumplió el pasado 19 de abril los tres años al frente del gobierno exigidos como requisito por ley para allanar el camino hacia la activación de este mecanismo constitucional-, y la gente ha salido a los primeros puntos establecidos en diversas ciudades del país para registrar su firma y su huella dactilar que permita luego la realización del referéndum para prescindir de tan incapaz gobernante llanero.

En esta primera jornada, nadie quiso quedarse en casa y casi con fervor cívico se apostó a hacer con gusto su cola, pues consideran a esta medida como la única esperanza que cuentan para encontrar una luz al final del túnel de la crisis galopante en el país.

Lograr los 4 millones de firmas a partir de ahora, entonces, no será fácil. La oposición, esta vez con un Henrique Capriles muy empeñado en este objetivo, se está organizando para lograrlo. Solo así recién podrán pensar en la realización del referido mecanismo de consulta ciudadana. Es muy probable de que no habrá que esperar los 30 días como plazo máximo para la recolección de las cerca de 200,000 firmas que permitan la activación del proceso revocatorio y si todo sigue conforme lo esperado y se aliste incluso la fecha del acto de revocación, la oposición deberá lograr los 7’587.532 votos que alcanzó Maduro en su cuestionada elección más un voto. El camino no será corto, pero tampoco calificarlo de difícil. La gente está harta de Maduro -75% de los venezolanos ya no lo quieren- y ese comprensible estado sicológico puede incluso apresurar la fractura al interior del chavismo que facilite acabar democráticamente con el gobernante. 

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