Desde agosto del 2011 hasta setiembre del 2015, hubo una política curricular que generó gran confusión en el trabajo pedagógico de los colegios. Por eso, el Minedu inició un nuevo proceso para diseñar lo que se denomina “Currículo Nacional de la Educación Básica” (CNEB) -2016, que se aplica por el momento en escuelas polidocentes de primaria y en algunos programas pilotos.

Con la finalidad de generalizarlo el 2019 en inicial, primaria y secundaria, y teniendo en cuenta que maestros y especialistas opinan que resulta tedioso y con partes controvertidas, el Minedu decidió a partir de noviembre del 2017 hacerle algunos ajustes para mejorarlo en un marco de continuidad. El trabajo terminó en marzo de este año y las modificaciones no llegan al 20%.

Se definieron debidamente sus conceptos claves. Uno de ellos es el referido a las competencias de aprendizaje, las que en el CNEB 2016 no están impregnadas de valores y actitudes. Por el contrario, son “descripciones generales de facultades cognitivas”. La versión reajustada busca que el estudiante en un mismo acto pedagógico desarrolle, en una interrelación sinérgica, “suficiencias cognitivas y afectivo-valorativas” en el logro de la competencia. Veamos algunas de ellas ya mejoradas. Lo que va entre comillas es lo que le da sentido ético a lo formulado: Construye “y valora” su identidad personal; interactúa “respetuosamente” a través de sus capacidades motrices; construye “críticamente” interpretaciones históricas; diseña y construye soluciones tecnológicas para resolver problemas de su entorno “considerando su impacto en el mundo que nos rodea”. No entiendo por qué algunos no ven en el CNEB reajustado precisamente lo que reclaman.

¿Qué espera el Minedu para “abrir la cancha” mediante una consulta a los maestros y la comunidad educativa? ¿Por qué la está circunscribiendo solo a los involucrados en la controversial política curricular 2011-2016?