Para impresionar a los presidentes latinoamericanos y europeos reunidos en Bruselas, el señor Luis Almagro, Secretario General de la OEA, lanzó un tuit ofreciendo una misión de observación electoral en las próximas elecciones legislativas de Venezuela. Olvidó que el chavismo solo acepta que UNASUR “acompañe” -no observe- sus aparatosos simulacros electorales. Tampoco recordó que como canciller de Mujica, fue uno de los “acompañantes” de UNASUR que avalaron la elección de Maduro, quien lo respaldó con entusiasmo para sustituir a Insulza. ¿Se atreverá a provocar la ira del fornido dictador que lo patrocinó?

En un giro inesperado, Almagro ha escrito en El País: “Debemos ser, y yo me comprometo a serlo, inflexibles en el respeto a los DD.HH. y la Democracia. No habrá dobles estándares durante mi administración…” (“La hora del cambio en la OEA”, 10.6.2015). Tal vez no haya leído lo que casi diariamente se publica sobre los crecientes atropellos a los derechos humanos y la democracia en Venezuela, donde Maduro impidió que Felipe González hiciera una simple visita a Leopoldo López en la mazmorra donde mantiene una huelga de hambre desde hace casi un mes. López es el preso político más emblemático entre las decenas de prisioneros que han decidido apoyarlo, sumándose a la huelga de hambre. No es posible que Almagro no sepa que, violando las más elementales normas del Derecho Humanitario, Maduro prohíbe que la Cruz Roja visite a los presos políticos, literalmente librados a su suerte ante la irresponsable pasividad de la comunidad hemisférica.

El Secretario General también promete no aplicar “dobles estándares”. Prefiere ignorar que el principio que el chavismo invoca para blindarse -el de no-intervención en asuntos internos- es precisamente uno de los principios que más vulnera. Apoyo financiero ilegal a candidatos afines -incluso mediante lavado de dinero-, instigación de paros y protestas, respaldo y protección a guerrilleros extranjeros, Casas de ALBA que intervienen en política doméstica, entre otros, son manifestaciones de esos “dobles estándares” que la OEA consiente, y que UNASUR y CELAC defienden a favor de Venezuela, Cuba, Argentina y sus amigos.

Al momento de escribir estas líneas arrecian las críticas por el manejo opaco de las candidaturas de ciudadanos del ALBA para integrar la Comisión de Derechos Humanos a ser elegidos por la Asamblea General de la OEA en Washington, pues en todos los casos se trata de personajes muy cercanos a los gobernantes de sus países. Significará un retroceso más de esa importante instancia interamericana, cuyo sesgo ideológico se ha traducido en pronunciamientos favorables a terroristas condenados por los tribunales nacionales -como ha ocurrido con delincuentes de Sendero Luminoso y el MRTA, responsables de asesinatos y secuestros de miles de peruanos.

La verdadera oposición venezolana, los que apoyan a Leopoldo López, los auténticos demócratas de las Américas y la comunidad internacional deben observar cuidadosamente si la conducta del señor Almagro honra su “inflexible” compromiso de respetar, sin dobles estándares, los DD.HH. y la Democracia.