La prisión preliminar de Yehude Simon ha generado otro duro impacto contra la clase política, luego que en los últimos días hayan sido encarcelados los exalcaldes Luis Castañeda Lossio y Juan Sotomayor y el excongresista Víctor Albrecht. A todos ellos los hemos visto paralizados, como esperando algún milagro que indique que lo que estaban viviendo no era real. Creo que más que un suceso inimaginable lo tomaron como un golpe sorpresivo. El problema para el Perú es que el debate central seguirá siendo la corrupción de los políticos. No se debatirá sobre el proyecto país y las posibilidades de salir de esta crisis. Solo habrá más desconfianza por la clase política. Lo peor es que el pasado será el único presente. Y ni qué decir del futuro. Esta situación hará con el presidente de la República, ministros, congresistas, autoridades regionales y locales, algo peor que satanizarlos. Los tendremos que escuchar y leer entre líneas. Como no son dignos de confianza la gente creerá que tienen una segunda intención en todo lo que dicen y hacen. La confianza es clave para la interacción social. Si los políticos no la tienen sencillamente están en un grave problema. “La confianza es la expectativa que surge en una comunidad con un comportamiento ordenado, honrado y de cooperación, basándose en normas compartidas por todos los miembros que la integran”, decía el politólogo estadounidense Francis Fukuyama. Si no hay honradez están fregados.Lo de Yehude Simon no solo parece ser una desilusión para sus seguidores sino también para sus ocasionales acompañantes. El exgobernador regional de Lambayeque tiene una organización embarcada en un proyecto con perspectiva de poder a la cual se había aupado Verónika Mendoza. ¿Qué hará la lideresa de izquierda? ¿Para mantener la rentabilidad de su apuesta política seguirá flexibilizando sus principios y diversificando sus escrúpulos?