La dictadura, el autoritarismo, la ignorancia política, las neuronas con petróleo, la anarquía, el hambre, la enfermedad, el desgobierno, la insensibilidad, las tanquetas en lugar de pan, la indolencia, la burrada, el irrespeto diplomático, la torpeza, la sinvergüencería, la desfachatez, el caos, la animadversión, el grito, la amenaza, la verborrea, el miedo, la venganza, la matonería, la inmoralidad, la injusticia, la corrupción, la violación de los derechos fundamentales, la muerte de la institucionalidad, la prensa liquidada, la represión diaria, la inflación desbocada…

La compra de votos, el fraude, el abuso, la antipatía, el chavismo en su peor versión, el Chávez mal clonado, la chaveta, los ataques contra la oposición, el santo y seña de Cuba en todos lados, la mala vecindad, el presidente sin bandera, el Hayimi de Caracas, el hombre que habla con pajaritos, el poder de una cúpula ayayera, el amigote de Maradona, la mala jugada, las calles llenas de protesta, las movilizaciones, las bombas, la inestabilidad, el desdén…

Los bolsillos carcomidos y los sueños rotos, la crisis total, los artistas conocidos que no cantan la verdad, el repudio internacional, el asalto al Parlamento, el encarcelamiento de Leopoldo López y Antonio Ledezma por casi nada, la destitución de la fiscal general Luisa Ortega a manos de una Constituyente trucha, la diáspora, la fuga, el éxodo de las ricas arepas…

Todo esto y mucho más es y propicia Nicolás Maduro en una Venezuela que ya necesita otro destino. La sublevación militar de ayer va en ese camino.