Hace una semana, Correo conversó con la doctora Ruth Shady, directora de la Zona Arqueológica de Caral, quien denunció las amenazas de la que es víctima junto a su equipo de trabajo por invasores de tierras que ponen en peligro el referido Patrimonio Cultural de la Nación. Para agravar el panorama de inseguridad que sufre, la fiscalía de Barranca dio curso a la denuncia de Luis Alberto Solís Saavedra contra los arqueólogos por “usurpación de sus tierras”, cuando este ya había sido denunciado por invasión del sitio arqueológico sin tener propiedad alguna, pues todo Caral está a nombre del Ministerio de Cultura en registros públicos.

Tras la denuncia de Shady en nuestro diario, la Comisión de Cultura y Patrimonio Cultural del Congreso de la República, envió al ministro del Interior un oficio, en el que debido a un acuerdo unánime de la comisión, se solicita seguridad las 24 horas del día para la doctora Shady en vista de “la grave situación personal y material que está viviendo”.

Proteger la integridad de la arqueóloga y antropóloga es un derecho que le asiste, a quien desde hace tres décadas dedica gran parte de su vida a preservar Caral, pero el problema de fondo no ha terminado. Shady respiraría tranquila y sin sobresaltos si la invasión de terrenos de la zona arqueológica finaliza de una vez por todas con el respectivo desalojo. Preocupa que en los últimos años, a pesar de sus reclamos en todas las instancias, en lugar de avizorar un final a favor de nuestro patrimonio, ve con preocupación que nada se ha hecho y los invasores permanecen en base a extrañas decisiones de las autoridades de justicia.

“El sitio de Caral nunca ha sido un terreno productivo agrícola porque está hecho en tierras eriazas, pero los invasores han metido canales y han realizado trabajos sin respetar el patrimonio cultural nuestro y de la humanidad. Si Unesco interviene nos puede quitar la nominación y nuestro país tiene solo ocho sitios a pesar de la riqueza cultural que tenemos y Caral es uno de ellos”, nos dice preocupada Shady, y vaya que tiene razón. Urge entonces que las nuevas autoridades del Ministerio de Cultura trabajen para terminar con este terrible daño que se le está causando a Caral.

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