La vanidad es un pecado mortal, también podemos reconocerla como arrogancia o soberbia pero sabemos que retrata a una persona con el vicio de exagerar sobre sí mismo y sus cualidades. La persona vanidosa es capaz de caer con tal de no aceptar el error, prefiere perderlo todo a reconocer que no es perfecto. Jamás pensé que viviendo en un gobierno incapaz que se encuentra en piloto automático seamos testigos de uno de los actos de vanidad más ilógicos de la historia peruana. Quizás solo comparado con el caso de un excongresista de Perú Posible que decía tener una “biblioteca de un millón de dólares”.

Dina Boluarte fue captada utilizando un costoso reloj Rolex de aproximadamente 14 mil dólares en el mercado. Ante las preguntas de la prensa, la señora presidenta decidió apostar por la vanidad y confirmar que el reloj era auténtico y que fue producto de su “trabajo y esfuerzo”. Me pregunto: ¿No era más simple aceptar que era una copia o una imitación y ponerle punto final a este “destape superficial”?

Boluarte señaló en Cuarto Poder que durante la campaña electoral 2021 “no tenía ni para los pasajes” y en menos de tres años posee una millonaria colección de relojes. Esta colección que cuesta más que una camioneta 4x4, más que una chacra o lote urbano y más que una cadena de oro, no aparece en ninguna de las Declaraciones Juradas de candidatura o de alto funcionario. Hablamos que Dina Boluarte firmó al menos 8 declaraciones juradas entre 2018 y 2024 y en todas jamás declaró la existencia de los Rolex. No importa si fueron un regalo, una coima, una herencia o incluso si se los encontró. La única realidad es que escondió a los peruanos que tenía miles de dólares en su muñeca. Parece que la vanidad es el camino para la caída de este régimen tan débil.