Tratar de explicar lo que representa la República Saharaui y su reconocimiento mundial en pocas líneas es relativamente complicado, pero resumiendo el tema en palabras simples, esa supuesta república pretende que la reconozcan como tal desconociendo la soberanía de Marruecos en el Sahara Occidental. El hecho fáctico acá es que, independientemente de quién tenga la razón, el problema subsiste por 47 años. La ONU ha emitido 74 resoluciones y la solución no se cristaliza.

Mientras eso pasa, Pedro Castillo reconoce a esta república que oficialmente no existe, al más puro estilo chicha, cultura combi y de “prensa alternativa”, en lo que constituye una afectación directa a nuestra relación formal con Marruecos, que entre otras cosas nos iba a donar esa urea que Castillo no puede comprar. Es evidente que su capacidad de disparase a los pies mejora cada día.

¿Pero qué nos puede sorprender de un gobierno que se esmera en potenciar la división de su propio país? El divisionismo hoy se acrecienta más allá del discurso de Castillo y Aníbal Torres, con la liberación de Antauro Humala. Lo usan como un brazo agitador para replicar un Saharaui en el sur del Perú, pero el portazo que le han dado las elecciones regionales y ediles, hace ver que a Perú Libre y compañía no le queda otra opción que alimentar el enfrentamiento, potenciar a su brazo disociador y regalar a los electos gobernadores y alcaldes presupuestos por doquier, además de bonos a diestra y siniestra a la población más pobre.

Están apelando al clientelismo político para poder sobrevivir, mientras en la otra orilla no reconocemos el peligro que ello encierra. Debemos luchar contra esto frontalmente. No nos pongamos de perfil.

¡Despierta Perú, despierta!