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PPK acaba de hacer historia como el primer presidente del Perú en pronunciarse sobre los derechos LGTBI. Con un simple tuit que llevaba el hashtag #LoveIsLove (vale preguntarse por qué no #AmorEsAmor), saludó el Día del Orgullo afirmando su compromiso de trabajar por un país donde todos tengan la libertad de ser felices.

Su guiño va de la mano con el saludo de Martín Vizcarra y la presencia de Mercedes Aráoz y congresistas electos de su bancada en la Marcha del Orgullo. Esa actitud y buena voluntad contrastan de forma lamentable con la demostrada por el alcalde de la capital, que no solo no se manifestó, sino que dificultó la organización de la celebración.

El gesto de quienes pronto asumirán el gobierno es un buen primer paso, pero si no se traduce en acciones concretas, no pasará de eso. Con un Congreso radicalmente en contra, el presidente deberá asumir activamente la defensa de los derechos LGTBI. De lo contrario, nos esperan otros cinco años en los que el mundo continuará avanzando mientras el Perú sigue anclado en el pasado. Por otro lado, no es solo matrimonio igualitario lo que la población LGTBI reclama y necesita: son políticas de salud, de reconocimiento de la discriminación laboral, de identidad y de protección de la violencia. Mucho está en manos del Legislativo, pero el presidente y sus ministros tienen la responsabilidad de asumir un liderazgo capaz de hacer frente a este contexto adverso. Ya no hay excusa.