En una era marcada por la hipermanipulación de las mentes, la libertad de pensamiento se convierte en un bien preciado. Los sentidos comunes, moldeados por los medios de comunicación y los intereses empresariales, pueden encarcelar la mente de la población de manera inconsciente, alineándola con visiones y agendas específicas. Esta dinámica no se limita a las dictaduras, sino que también se observa en democracias donde los medios líderes, publicistas y líderes de opinión construyen sesgos.
Para liberarse de esta esclavitud mental, es fundamental fomentar la libertad de pensamiento en la educación. Los estudiantes deben comprender que las personas pueden tener visiones diversas y válidas, influenciadas por su contexto y experiencias. El entorno, la cultura, la época y la profesión influyen en la percepción de la realidad.
Un ejemplo reciente de esto es la percepción de la invasión rusa en Ucrania. Los medios occidentales se alinearon con Ucrania sin mencionar que las promesas de no expansión de la OTAN hacia el este fueron incumplidas. Esta omisión crea una imagen sesgada de la situación.
No existe una verdad única e imparcial; la información se ajusta a intereses y valores. La educación debe promover el pensamiento crítico, la empatía y la comprensión de perspectivas diversas, en lugar de imponer posturas predefinidas.
En la era de la híper-manipulación, es crucial mantener las mentes abiertas, detectar intereses en juego y tomar posiciones informadas. La educación debe ser un baluarte contra la cerrazón mental, valorando la diversidad de pensamiento y derechos de las minorías.