Apenas los Talibán, insurgentes que venían tomando ciudades en prácticamente todo el país en las últimas semanas, ingresaron en Kabul, la capital de Afganistán, la estampida se hizo más visible. En efecto, el presidente Ashraf Ghani, fue entre los primeros en dejar el país, y con él seguramente una buena parte de los funcionarios del gobierno, llenos de pavor por represalias que podría ser lo mismo que una temida carnicería humana.
Por eso, el aeropuerto de Kabul se mostraba atestado de nacionales y extranjeros, que pugnaban en las últimas horas por salir del país. Lo cierto es que nada de lo previsto en los acuerdos entre EE.UU. y los Talibán, de noviembre de 2020, se ha cumplido. Estaba cantado de que apenas las tropas estadounidenses abandonaran el país, para los insurgentes entrar en la ciudad más importante del país y tomar sus edificios de gobierno, después de 20 años, tuvo la significación de una victoria.
El presidente hizo bien en huir porque sus días seguramente estaban contados. Aunque los líderes del Talibán se han esforzado en las últimas horas en transmitir calma a la población, enfatizando que no habrá la violencia del pasado y de que no entrarán en las casas como lo hicieron cuando instauraron un régimen macabro en el que los ensañamientos hacia las mujeres fueron prácticas cotidianas, la gente no les cree, y por eso huyen acrecentando el hermetismo en todo el país.
Por supuesto que los funcionarios de la embajada de EE.UU. y de otros países, eran trasladados raudamente en helicópteros hacia lugares menos vulnerables del país, confirmando que hay muchísimo temor de que pudiera ser instalado el régimen Talibán del terror que imperaba en el pasado cuando se hallaban al frente del país.
Sigo creyendo que fue una muy mala decisión de EE.UU. dejar Afganistán, el país que junto a Pakistán, cuenta con el mayor número de terroristas en todo el mundo. Los tiempos han cambiado, y si Washington creyó que el retiro de sus tropas de Kabul sería como en Vietnam en 1975, ha errado. Aunque subsanable, preocupa que la errada decisión no sea corregida.