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Las estadísticas de los síndromes o condiciones neurológicas o conductuales en relación con las diferencias de género arrojan datos como: 2/3 de los diagnósticos de problemas de aprendizaje son niños, así como 90% de las referencias por conductas disruptivas. En los trastornos del aprendizaje relacionados con el cerebro (como TDAH), la presencia de hombres es un 50% mayor que mujeres, etc. Asimismo, observaciones escolares evidencian que las mujeres tienen ventajas en las áreas verbales, especialmente en lectura, escritura y conversación, mientras que los hombres tienen ventajas en áreas espaciales y lógico matemáticas; pero son más agresivos, impulsivos, habladores e inquietos, por lo que se aburren más rápido.

Ello ha sido usado por unos para justificar una escolaridad separada para hombres y mujeres, y por otros para estereotipar y diagnosticar con ligereza a hombres como más propensos a ciertas dificultades o conductas que las mujeres y también a la inversa.

Es una típica estereotipación nacida de promedios que no representan a ningún hombre o mujer en particular. ¿Cuál es el promedio de talla de zapato de un hombre cuando uno calza 44 y el otro 38? Sería 41, pero ese zapato no le sirve a ninguno de los dos. Si no se contextualiza caso por caso, ningún promedio sirve.

Eso se aplica a los casos de los síndromes mencionados al inicio, que no toman en cuenta la enorme variedad de casos en ambos géneros que no quedan explicados por promedio alguno. Mucho menos, cuando a partir de esos promedios se pretende plantear recomendaciones generales para los hombres o para las mujeres.