Un paradigma dominante en la pedagogía escolar, que se interpone en el camino de un aprendizaje interesante y significativo de los temas de la vida cotidiana, establece que se tiene que aprender primero los principios o conceptos básicos del tema antes de ir a la comprensión del mismo. Por ejemplo, antes de entender un problema cardiovascular, aprender primero la anatomía del corazón. Si bien es cierto que suele haber un orden secuencial de temas, David Perkins sostiene que “jugar todo el juego en el nivel junior” tiene muchas ventajas, como cuando se aprende a jugar fútbol sin pasar un tiempo previo aprendiendo a patear, a driblear, a quitar la pelota. Al jugar todo el juego desde el principio se les da a los jóvenes la oportunidad de ver cómo funciona el deporte en su conjunto. Lo mismo ocurre con un niño que quiere bailar (sin aprender primero los pasos previos), o tocar un instrumento musical como el cajón (sin aprender primero los fundamentos del ritmo o leer partituras). Empieza explorando, intentando interpretar algo, para luego de conectarse con la actividad procurar entender los componentes que se requieren para darle sustento a su objetivo. Esto engendra motivación y proporciona el combustible para practicar las partes (“A Pernicious Myth: Basics Before Deeper Learning”, Jal Mehta 04/01/2018).
¿Qué pasaría si primero se visita una zona devastada por un huaico antes de estudiar los cambios climáticos, la ubicación de las viviendas en el lecho de ríos, etc? ¿Tiene sentido seguir creyendo que primero tiene que ser lo básico, dejando lo interesante solo para después?