Una regla básica en la ciencia política es que la vulnerabilidad de un Estado supone la fortaleza del otro. No debe sorprender la premisa porque en el sistema internacional las vinculaciones entre Estados jamás está fundada en la moral. La moral no es un presupuesto que se toma en cuenta en los objetivos estatales. No hay nación en el mundo que lo niegue y esa es la explicación de por qué no existen países amigos y de que lo único que los acerca o aleja son los intereses nacionales.

Ahora bien, alrededor de los Estados y de sus vinculaciones recíprocas y multilaterales, aparecen elementos exógenos que distraen o apresuran sus objetivos. Lo vemos en el caso de China por la aparición de la enfermedad del coronavirus, rápidamente hecha epidemia y con amenaza muy seria de convertirse en una pandemia, que ha diezmado su proyección internacional en la que venía concentrado imperturbablemente para convertirse en país, como bien ha dicho prospectivamente el presidente Xi Jinping, hegemón del mundo para el año 2050.

En este mismo análisis el impacto en Italia ha sido realmente dramático volviendo las calles de sus ciudades en verdaderos cementerios, lacerando al turismo, sostén incuestionable de su economía nacional. Alerta para todos los países: A la fecha van 115 Estados del mundo -de los 193- que registran en conjunto más de 114,457 personas infectadas o contagiadas y con el saldo de más de 4,026 muertos. Es verdad que más de 64,000 personas se han curado pero el menoscabo ya ha sido producido.

Ningún Estado aplaude la desgracia del otro. Eso es verdad; sin embargo, mientras se producen latigazos a la economía de los países con mayor impacto por el coronavirus, es casi seguro que los otros Estados o los vecinos o potencial y tradicionalmente “enemigos” o rivales, buscarán sacar partido de estas circunstancias. Con la recurrencia del desplome de las bolsas en el mundo en las últimas semanas y la escasa movilización humana por el globo, a estas alturas del partido, muchas empresas chinas o extranjeras que viven de la cadena productiva devenida del gigante asiático, es probable que hayan sufrido una merma letal en sus ingresos o hasta hayan quebrado y otras, en cambio, florecido. Es una ley de la realidad.

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