Si el gobierno del presidente Pedro Castillo quiere realmente dar muestras al país de que tal como parece, su gobierno no tiene nexos con el terrorismo, hoy mismo debería enviar a su casa a los impresentables e Iber Maraví, premier y ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, respectivamente, por su al menos cercanía ideológica con .

¿Qué más necesita saber el mandatario para echar de sus cargos a dos personas cercanas a una lacra que ha desangrado al país? ¿Tan estrechos son los nexos del propio jefe de Estado con el Movadef como para permitir que estos dos sujetos sean parte de su gobierno?

La presencia de estos dos personajes en el seno del gobierno trae por tierra cualquier intento de deslinde verbal de los miembros de este régimen con el terrorismo. Nada ganan calificando a como “genocida”, “asesino” o “sanguinario”, si al frente del equipo ministerial tienen a un admirador de una criminal senderista como Edith Lagos o a un señalado por participar en atentados con explosivos.

Los nexos de este gobierno con el terrorismo son una ofensa a los miles de muertos que cargan Guzmán y Sendero sobre sus espaldas, así como al dolor de sus deudos que no tienen consuelo con la muerte del cabecilla de la banda, pero al presidente Castillo eso parece no importarle. Por eso mantiene a Bellido y al ministro que desde su puesto le legalizó su sindicato de docentes radicales.

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