¿Qué está pasando en el denominado Mercado Común del Sur, más conocido como Mercosur, que integran Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela y del cual nuestro país es asociado junto a Chile, Colombia y Ecuador? Las indefiniciones saltan a la vista, y eso no es bueno para un bloque creado con muchas expectativas en 1991, cuando firmaron el sonado Tratado de Asunción y establecieron una zona de libre comercio entre sus miembros y acuerdos de arancel común. Ayer, en la reunión previa de cancilleres a la presidencial, se aprobó un “Plan de Acción” para revisar las barreras que entorpecen actualmente el intercambio interno, en un proceso que será ejecutado a lo largo del segundo semestre. Junto a ello, a pesar de que los jefes de Estado presentes en el encuentro que los congregó en Itamaraty, sede de la diplomacia brasileña, se han esforzado en lanzar discursos de unidad e integración para darle un nuevo impulso al Mercosur, guardan sentidas discrepancias sobre asuntos de fondo. Me explico. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, no ha ocultado su deseo de que el Mercosur se convierta en adelante en un foro principalmente político buscando alejar al bloque de su espacio natural que es la integración económica. Fernández quiere convertir al Mercosur en una tribuna de los asuntos que tanto le preocupan, como el problema de la deuda externa de su país, condenando y combatiendo a los fondos buitres que actualmente enfrenta a Argentina con Estados Unidos por un fallo incumplido al establecer el pago de 1700 millones de dólares en favor de un grupo de acreedores que operan en Washington. La tendencia es ideologizar al bloque más de lo que ya está con medio ALBA allí metido por el reciente ingreso de Bolivia como miembro pleno, que Buenos Aires apoyó decididamente. Qué grandes diferencias con la Alianza del Pacífico.

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