Es cierto que los peruanos necesitamos a una presidenta que nos diga qué cosas se deben hacer para superar la crisis y con quiénes gobernará, sin embargo, lo más urgente es fumigar el aparato del Estado, limpiarlo de tanto incapaz, corrupto y “comechado” que abunda en los ministerios, producto del clientelismo, el cuoteo político de Perú Libre  y la alianza del Gobierno de Pedro Castillo con congresistas mercenarios, como por ejemplo, los llamados “Niños”.

Dina Boluarte tiene que recomponer el tejido estatal y restablecer la confianza del ciudadano en sus instituciones. Para ello tiene que poner a los mejores en los ministerios, direcciones y en toda la gestión pública dependiente del Ejecutivo.

El problema es muy grave y la solución depende de decisiones rápidas, como las de un cirujano en el quirófano frente a un paciente que urge de una operación. La presidenta no puede caer en vacilaciones, debe tener temple y un firme don de mando. Además tiene que estar libre de presiones respecto a personajes y partidos políticos que buscan copar el nuevo Gobierno. Hay que darle la espalda a los viejos vicios políticos.

La presidenta Boluarte anunció en su mensaje a la Nación que una de sus prioridades es iniciar una lucha frontal contra la corrupción en las instituciones del Estado. Esperemos que esto no quede en buenas intenciones y lo que promete tenga una total capacidad de ejecución. Debe recordar que la corrupción también tiene que ver con elegir para los cargos del Estado a gente que no está capacitada para echar andar el país.

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