El gobierno del presidente Martín Vizcarra comete un gran error al haber planteado un tributo adicional a los ingresos por planilla superiores a los 10 mil soles en momentos de crisis, que las economías familiares están golpeadas y sometidas a reducciones, y cuando no existe un sustento técnico para gravar a los formales que desde siempre tributan, mientras, como siempre, se deja fuera a los informales.

Una de las lecciones que deja esta crisis es el tamaño de nuestra informalidad. Es verdad que muchas personas que están dentro de esta economía son pobres y hoy son consideradas vulnerables, pero no todas.

Existen ingresos altísimos que no están en una planilla ni pagan impuestos. Sin embargo, lejos de plantear la ampliación de la base tributaria, lo cual es un eterno claro, se recurre al facilismo de ajustar más a los que ya tributan.

El monto que dejaría este tributo se estima que sería de 300 millones de soles mensuales, algo poco significativo dentro de los estándares macroeconómicos.

Entonces, bien haría el presidente Vizcarra y la ministra de Economía y Finanzas, María Antonieta Alva, en explicar -cosa que no hicieron ayer en su conferencia de prensa ante una pregunta de Correo-, el criterio técnico de esta propuesta que más parece tener solo un sustento político.

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