Deplorable y condenable por donde se mire la actitud intolerante, discriminadora y violenta de un grupo de asistentes al bar La Noche, en Barranco, en contra de la congresista Patricia Chirinos y su colega Luis Aragón, quienes fueron expulsados del lugar a punta de gritos, insultos y el arrojo de un vaso, hechos que no se pueden tolerar en una democracia.
Existen mecanismos para expresar discrepancias de manera civilizada y de castigar a un político que no es del agrado de alguien. Esto último se hace a través de las urnas. Por eso, resulta inaceptable que las ideas y posturas políticas se combatan con gritos, agravios y hasta intento de agresiones físicas en lugares públicos, vengan de donde vengan.
Si pasamos por alto situaciones como estas, que sorprendentemente son aceptadas y hasta fomentadas por diversas personas con nombre y apellido el redes sociales, no nos sorprendamos si más tarde vemos a gente que discrepa políticamente agarrándose a golpes en lugares públicos o en la vía pública.
La democracia implica espacio para la discrepancia y la tolerancia. Y si se considera que tal o cual persona ha cometido algún delito, para eso están los canales el Ministerio Público a fin de aceptar las denuncias con las respectivas evidencias. No normalicemos la violencia, porque además, hacerlo nos puede terminar estallando en la cara.