La influencia de los medios de comunicación en la época previa y durante la Primera Guerra Mundial, tanto para aliados como alemanes, fue nefasta. El nivel de manipulación y mentiras basados en la exacerbación de supuestos principios y valores culturales y democráticos, soslayando los peligros y consecuencias de una guerra, consiguieron que la opinión pública de los países involucrados, se exprese en favor de esta.

En la Alemania nazi, Joseph Goebbels, ministro de Propaganda, haciendo uso de la radio, televisión y documentales cinematográficos, imbuía un nacionalismo colosal, la superioridad de la raza aria y el antisemitismo.  En esa línea, también usaron políticamente los Juegos Olímpicos de Berlín. Todo ello determinó hacerse de la opinión pública y terminaron impulsando al pueblo alemán a la muerte. La desinformación coadyuvó a que el partido nazi tenga el poder y control absoluto, incluso hasta el final de la guerra.

La guerra de Vietnam polarizó la opinión pública, particularmente por los ataques en contra de poblaciones civiles. El hecho que determinó el principio del fin de tan absurda confrontación de más de 10 años, fue la imagen de “La niña del napalm” captada por el periodista Nik Ut (Premio Pulitzer 1973).  Una niña de tan solo nueve años corre semidesnuda despojándose de su ropa en llamas, huyendo del bombardeo de su aldea con napalm. Esa imagen, como información, determinó que la población estadounidense rechace la guerra.

Aún con la aparición del internet y las redes sociales, no podemos negar el impacto de los medios de comunicación en la opinión pública, pues la moldean, la hacen dúctil. ¿Qué huella puede dejar una opinión frente a una campaña orquestada por una concentración mediática en diversas plataformas informativas, los 365 días del año?

A la luz de los millones de soles que invierte el gobierno en publicidad estatal, la concentración de medios y calidad informativa, es válido examinar si: ¿tenemos una información pactada? Sin ánimo de censura, corresponde verificar la objetividad, imparcialidad y profesionalismo de los hombres y medios de comunicación, en favor de la libertad y democracia que la prensa libre defiende.