La salida del poder del presidente Martín Vizcarra reviste dos grandes ironías, pues por un lado ha sido echado por la abrumadora mayoría de un Congreso que él mismo generó tras el cierre del anterior Parlamento; y por otro, ha salido del cargo señalado por presuntos cobros de coimas luego de haber sostenido su administración en la promesa de hacer frente a toda la corrupción que nos dejaron los gobiernos anteriores.

Estoy seguro que cuando el 30 de setiembre del año pasado aplicó la “denegación fáctica de la confianza” al Congreso manejado por el fujimorismo y llamó a elecciones legislativas para enero de este año, el mandatario jamás imaginó que esa “criatura” suya lo iba a terminar vacando. La escena vista anoche por el país, en que 105 legisladores votaron por la salida de Vizcarra por la poco clara causal de “incapacidad moral permanente”, ha sido más que surrealista.

De igual forma, una vez que salieron a la luz las corruptelas del caso Lava Jato que embarraron a autoridades y políticos de todas las tiendas, y Vizcarra se presentó como el gran defensor de la honestidad y la limpieza en la gestión pública, como el hombre que marcaría un antes y un después tras varios mandatarios presos, fugados o con un pie adentro; pocos creyeron que caería acusado de recibir dinero a cambio de entregar licitaciones en Moquegua.

Todo esto es muy lamentable para el Perú, especialmente en momentos de crisis sanitaria y económica. Las consecuencias de esta situación a la que nunca se debió llegar, no solo las pagará el vacado Vizcarra con los serios problemas judiciales que tendrá que afrontar a partir de hoy desde el llano, sino el Perú entero que no ha merecido tener tres presidentes en el periodo de cinco años que se inició el 28 de julio de 2016.

Mientras tanto, consumados los hechos, queda llamar a la calma y evitar situaciones violentas y aglomeraciones como las vistas anoche, en que incluso el legislador Ricardo Burga fue brutalmente atacado en la puerta del Congreso, al tiempo que grupos de personas se movilizaban a favor y en contra de la vacancia contra Vizcarra, quien se va en medio de la ironía y de situaciones que quizá solo sucedan en el Perú.

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