El día 7 de abril, se recordará un año de la partida del restaurador Jesús La Torre Ibarra, si recordamos también con esta ocasión, que fue el artista que se hizo cargo de las restauraciones de la efigie del Señor de los Temblores. La intervención de La Torre fue determinante para conocer también la historia de la efigie tan venerada en la devoción de religiosidad popular cusqueña. Tradicionalmente, quedaba establecido en la narración popular que esta efigie fue enviada por el rey Carlos V al Cusco. Otra variante de esta narración cuenta que se enviaron tres cajones con tres efigies, las mismas que al paso de los destinos se fueron quedando en diferentes poblados como la que se quedó en la localidad de Mollepata, hoy conocido como el Señor de la Exaltación, que debió llegar al Cusco.
En medio de estas narraciones populares y, hasta la intervención de este restaurador no teníamos conocimiento acerca del origen. Fue él quien ensayó que la efigie era cusqueña y que incluso con elementos locales. Se destacó el uso de material de llama, aunque mayores estudios, como el que se efectuó en la última restauración, en la que también participó, se precisó los materiales locales usados y la eminente factura local de su hechura.
Jesús Latorre estuvo muy comprometido con estas tareas del cuidado artesanal de la efigie, siendo delegado por parte de la Confraternidad como restaurador oficial, y vivió para brindarnos los mensajes diversos de su propia devoción que es la de todo cusqueño.
Ya viene la Semana Santa y el Lunes Santo, volverá a ocurrir una nueva procesión, y por cierto, volverá a resonar nuevamente su historia tradicional, aunque ahora ya conocemos que esta efigie surgió en la devoción y cultura católica cusqueña en plena época colonial.
Tal vez, tampoco fue el propósito de La Torre, el desmitificar la narración popular, como artista restaurador que pudo, además, explicarnos todas las implicancias en que esta efigie se guarda en la tradición cusqueña. Particularmente, pude destacar que el mito en el que estructura la narración y que lo relaciona como un regalo del Rey de España, en sí es una referencia metafórica de su origen, pues ciertamente (el mensaje) por este medio llegó a América. La historia local, lo contextúa siendo factura cusqueña, hoy demostrado por los trabajos de La Torre, mostrando la profunda fe y devoción de la cultura de la religiosidad popular cusqueña. Este artista en su momento recibió los reconocimientos de su importante labor, y este martes 7, a las 6 p. m., se le recordará con una misa en el templo de San Blas, luego, a las 6.30 p.m. se proyectará un documental del Señor de Los Temblores, y en el que participa el personaje que hacemos motivo de comentario. En el Cusco, siempre es bueno hacer presente a sus preclaros hijos.