Invitado por Carlos Polo y Giuliana Caccia acudí a una conferencia impartida por Agustín Laje a raíz de la publicación de su libro “La batalla cultural. Reflexiones críticas para una nueva derecha”. Laje se ha convertido en un gran difusor de las ideas que se enfrentan al establishment de lo políticamente correcto. Su juventud y su enfoque contestatario lo acercan a la juventud que empieza a rebelarse ante la nueva tiranía del relativismo.

El pensamiento clásico definió correctamente que la persona humana no es un medio sino un fin. La instrumentalización vino después con la cosificación de la humanidad y la consolidación de un falso estado de naturaleza en el que el hombre es el lobo del hombre. Esta instrumentalización de la persona ha sido fundamental en el posterior desarrollo del relativismo contemporáneo. El relativismo es el signo político visible de aquella instrumentalización. He aquí el inicio de la gran guerra cultural.

La guerra cultural que vivimos es desconocida por la mayoría. Se inició con la estrategia gramsciana desplegada por la izquierda para capturar el Estado tras la debacle de la opción terrorista. La izquierda radical ha optado por la captura democrática del Estado destrozando toda barrera que se oponga a su proyecto totalitario (katejon). Las guerras culturales atraviesan etapas de paz armada, pero siempre se definen en una contienda. Esta puede ser una guerra de desgaste o una gran batalla a manera de desenlace del conflicto. Con todo, lo peor es vegetar en medio de una guerra soñando que vives en paz.

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