En los últimos años, la lucha por los derechos de las personas LGBTI en el Perú nos ha devuelto varias frustraciones, pero también avances destacables. Tanto la sociedad, como numerosos organismos del Estado, demuestran entender cada vez más que construir un país desarrollado incluye reconocer y proteger a todos los ciudadanos.

Sin embargo, hay una institución que reiteradamente muestra un gran atraso en ese sentido: el RENIEC. Este organismo juega un rol determinante en el camino a una vida digna para la población LGBTI. Tiene a su cargo, por un lado, el poder de convalidar los matrimonios entre personas del mismo sexo realizados en el extranjero y, por otro, el de aceptar el cambio de nombre y sexo en el DNI de las personas trans. Es decir, sostiene la puerta al reconocimiento formal por parte del Estado.

Pero lamentablemente, desde hace años RENIEC asume un rol activo en obstaculizar esto, incluso apelando las sentencias judiciales que fallan en favor de quienes solo buscan derechos plenos. Es una actitud que profundiza la precariedad con la que convive este importante sector de la sociedad, que según un estudio de IPSOS, impulsado por el Ministerio de Justicia, representa más del 8% de la población del Perú.

En ese sentido, la elección de Carmen Velarde como nueva jefa del RENIEC es una gran oportunidad. Si lo decide, ella puede concretar un giro de timón en el enfoque de la institución y pasar de ser un obstáculo, a liderar la lucha contra la discriminación por identidad de género y orientación sexual.

La nueva jefa del RENIEC tiene en sus manos nada menos que la oportunidad de hacer historia.