Las crisis política y económica en la que está inmerso el país no son los únicos problemas que hemos heredado del nefasto gobierno del vacado Pedro Castillo Terrones.

Recién estamos empezando a ver las consecuencias de estos casi 500 días en los que el aparato estatal estuvo, en su mayoría, en manos de personas que, por decirlo menos, no eran aptas para el cargo que asumieron.

A la caída abrupta de llegada de turistas extranjeros debido a la inestabilidad política, en el ámbito económico se suma que, la semana pasada, la agencia calificadora de riesgo Moody’s cambió la perspectiva de la calificación de riesgo del Gobierno de Perú, tanto en moneda local y como extranjera a largo plazo, de estable a negativa. Pero no es la primera, en diciembre del 2022, la calificadora Standard & Poor’s “revisó de estable a negativa la perspectiva para Perú ante el mayor riesgo político”.

A todo esto se suma el informe de The Economist que rebajó al Perú en su ránking de democracias de “democracia defectuosa” a “régimen híbrido” debido a la inestabilidad en el aparato estatal causada por la gestión Castillo.

Recuperar el tiempo perdido será difícil y más si seguimos en este desencuentro frente al adelanto de elecciones. Es necesario tomar decisiones para recuperar la imagen del país.

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