La Misión de Alto Nivel enviada al Perú por la Organización de Estados Americanos (OEA) terminó ayer su ronda de reuniones. Hoy se va del país y en unos días -o semanas- emitirá su informe con las recomendaciones que crea pertinente para solucionar la crisis política que enfrenta el país. No hay, no obstante, ninguna expectativa de que las conclusiones de su análisis vayan a servir para algo que no sea viajar, recibir generosos viáticos y pasarla de lo lindo con el dinero de los estados miembro.
Más allá de haber percibido que no hay ninguna persecución política y comprobar que lo que algunas fuerzas del país buscan es -por un mínimo de dignidad- expulsar a un truhán del ejercicio del poder, del que medra y aprovecha para sus propios fines, lo que resta del trabajo de la misión no servirá para nada porque tampoco la OEA no sirve para nada.
Un organismo ideologizado por la lamentable secretaría general ejercida por Luis Almagro, investigado por la contratación de su pareja sentimental en la parte administrativa de la entidad, ha dado elocuentes muestras de ser un saludo a la bandera para el continente. ¿De qué puede servir la OEA si permite las dictaduras de Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragüa? ¿Con qué autoridad moral un organismo evalúa la crisis política de un país si no ejerce ninguna acción efectiva contra los asesinatos del chavismo, el secuestro de todas las instituciones del Estado y las elecciones fraudulentas que perpetúan al sátrapa de Maduro en el poder? ¿Y los opositores encarcelados en Managua? ¿Y los periodistas perseguidos? Ortega ha seguido el camino de las viles dictaduras y es también una vergüenza para el continente contra la que poco o nada ha podido hacer la OEA y, por el contrario, el delincuente sandinista se ha dado el lujo de expulsar al organismo de su país. Así que en una semanas tendremos seguramente un informe amplio de la visita de la misión al Perú con la que nuestro país bien podría convertir en pica en pica cuando llegue el momento de celebrar la salida de Pedro Castillo del poder.