Es cierto que se requiere activar más la economía, con rubros importantes como el mercado de consumo, pero cuidado que la pandemia no ha cesado y se demanda responsabilidad total del Gobierno y de la población para que la anunciada tercera ola del COVID-19, ahora con las variantes muy contagiosas delta y mu, no siembre mayor luto en nuestro ya golpeado país.
Lo decimos por el minúsculo toque de queda de tres horas que rige desde hoy, de 1 a 4 a.m., en 20 regiones con el nivel de alerta moderado, incluidas Lima y Callao, que implica una hora más para que los negocios en general atiendan al público, haya movimiento comercial y se acerquen a la tan ansiada “normalidad”. He aquí la importancia de respetar los protocolos de bioseguridad respectivos.
Y luego tenemos la apertura de los estadios y coliseos, como ocurrió con el “José Díaz” para los partidos de la selección, con el 20% de aforo, algo con lo que algunas voces autorizadas, por ejemplo, la del exministro de Salud, Óscar Ugarte, no están de acuerdo precisamente por la tercera ola que se avecina según todos los pronósticos. Es decir, nuestra Liga 1 ahora se jugará con hinchas en las graderías.
Súmese a esto la semipresencialidad que se dará en muchos colegios, situación que amerita una vigilancia extrema por parte del Minsa y del Minedu a fin de que tanto profesores como alumnos estén lejos del virus. Resulta cierto que una cosa es recibir clases virtuales y otra estar en las aulas, sin embargo, la vuelta a los salones tiene que estar exenta de la mínima posibilidad de contagio.
En conclusión, demos pase a la reactivación progresiva, pero con compromiso. Y vacunarse es un deber ciudadano que está relacionado con la vida.