El reciente proyecto para la creación del Ministerio de Infraestructura ha generado una nueva polémica en el escenario político nacional. En una era donde la modernización del Estado debe orientarse hacia una mayor eficiencia y la reducción de su aparatosa estructura, la propuesta de añadir un nuevo ministerio parece ir en contra de estos principios. Si bien es cierto que una nueva cartera podría gestionar con mayor celeridad las obras y garantizar su rápida ejecución, la creación de un vigésimo ministerio implicaría un aumento significativo en el gasto y una mayor burocracia.

Esta propuesta también puede interpretarse como una declaración de intenciones del Gobierno: admitir que han fracasado con la estructura existente y que necesitan reformas profundas, junto con más de 17 mil millones de soles, para cerrar las brechas en sectores críticos como salud, educación y transportes.

Ante esta situación, representantes de diversas bancadas han expresado reparos y, en algunos casos, han decidido no apoyar el proyecto, que ahora está en manos del Congreso para su debate y posible mejora. La mayoría de los críticos sugieren una alternativa más práctica y eficiente: fusionar el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento con el de Transportes y Comunicaciones. Sin embargo, esta solución no parece estar en los planes del Gobierno.

El principal problema radica en que la creación del Ministerio de Infraestructura podría conllevar un aumento de la burocracia, costos significativos y, potencialmente, mayor corrupción.

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