En la política, es una falacia culpar exclusivamente a los partidos por los males del sistema. Más bien, la raíz de los problemas en los partidos reside en la calidad de los candidatos que representan dichas agrupaciones.
La politización oportunista, donde algunos solo buscan satisfacer intereses personales, es una amenaza a la esencia misma de la política. Los partidos deben ser entidades permanentes, no simples vehículos electorales. Son los cimientos sobre los cuales se construye la democracia, y debemos fortalecerlos, no debilitarlos. Esto implica un trabajo constante, no solo en tiempos de elecciones, sino de forma permanente.
Debemos rechazar las declaraciones irresponsables de quienes no conocen la realidad que vivimos los peruanos, ni comprenden que los partidos políticos no siguen a ningún mesías, sino a los intereses de todos los peruanos. Es lamentable la declaración de Hernando de Soto, al calificar a Avanza País (agrupación por la cual postuló a la presidencia de la República) como un mal partido, porque no “PERTENECE” a los congresistas.
La cooperación entre las autoridades institucionales del partido y los representantes electos es vital para fortalecer la institucionalidad democrática. Es fundamental que los elegidos defiendan fervientemente la ideología del partido que los respalda, en lugar de actuar como camaleones políticos que buscan un espacio conveniente en cada elección que se presente en nuestro país. El único dueño que debe tener un partido es el pueblo que los eligió.