¿Qué excusa podrán esgrimir los trece congresistas que con su voto en la Comisión Permanente están terminando por horadar la reforma universitaria y mandar al tacho lo poco que se había avanzado respecto a educación superior de calidad?

La norma, aprobada en primera votación, establece que los licenciamientos otorgados por la  Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) a las universidades públicas y privadas tendrá carácter permanente.

Esto, en otras palabras, significa que las casas de estudio ya no estarán obligadas a invertir en mejorar para ofrecer mejores servicios a los alumnos que allí se forjan.

No importa que la norma aprobada diga que habrá supervisiones cada tres años, así como otras inopinadas, porque las licencias ya no se podrán quitar.

Si bien la Sunedu actual dista mucho de ser aquella a la que no le temblaba la mano para no licenciar a esas universidades de medio pelo que se dedicaban a estafar a miles de jóvenes y a sus padres, aún existía cierta esperanza en su accionar respecto a la supervisión de las condiciones básicas de calidad del servicio educativo.

Este quinquenio pasará a la historia como el periodo en el que se destruyó la poca institucionalidad que se logró en el país.

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