El 8 de julio pasado fue un día triste para la comunidad cultural y educativa del país, en especial para la familia de la educación inicial. Falleció una admirada educadora: Lily Caballero de Cueto.

No tuve la oportunidad de establecer un vínculo directo con la profesora Lily, pero sí he sido testigo de la alta estima y la valoración de sus colegas y discípulas por su don de maestra y su compromiso con el desarrollo de la primera infancia.

El último 28 de mayo, con motivo de la celebración del 84 aniversario de la Educación Inicial y los 51 años de la primera escuela especializada de formadores de niños de 0 a 5 años, el Grupo Impulsor de la Educación Inicial y Centauro le rindieron un emotivo y justo homenaje. En dicha ocasión tuve la oportunidad de comentar el libro “Educar es vivir” (2015) de su amiga y colega Emilia Barcia B., pionera de la educación inicial, en el cual ella escribe un prólogo y un testimonio llenos de fidelidad y afecto sobre la autora y su obra.

Se le reconoce como promotora de la literatura para niños, principalmente desde el Centro de Documentación e Información de Literatura Infantil (CEDILI), institución que fundó y dirigió, y por su tenaz lucha para erradicar el analfabetismo.

Ha publicado muchos cuentos para niños y libros. Entre otros reconocimientos, en 2012 fue distinguida por la Municipalidad de Miraflores con la Medalla Cívica en el grado de Ciudadana Ejemplar, categoría Literatura, por su labor destacada al servicio de la enseñanza. En 2013, el Ministerio de Cultura la distinguió como Personalidad Meritoria de la Cultura.

Fue la esposa del doctor Carlos Cueto Fernandini, recordado y destacado maestro, y mamá de tres hijos intelectuales, uno de ellos Santiago, un respetado investigador de políticas educativas, un estimado colega y amigo. A ellos y a sus familiares mis sentidas condolencias.