Una reciente columna en el The New York Times llama la atención hacia la importancia de las conexiones casuales, así sean débiles, que se producen en el transcurso de la vida cotidiana con gente diversa y que pueden generar una sensación de pertenencia a una comunidad, que es una necesidad humana básica. Puede ser quien nos atiende en la cafetería, en el mercado, los taxistas, guardianes o porteros, las personas que vemos en el gimnasio o la estación del bus. Esos extraños y extrañas tienen una importancia vital para nuestro bienestar, crecimiento y existencia en el día a día, porque nos anclan al mundo y nos dan una sensación de estar conectados a algo más grande. También brindan oportunidades para tener nuevas experiencias e informaciones que se extienden más allá de lo que es usual en los círculos íntimos. Son interesantes y ayudan a aligerar la vida
Estas actividades de lazos débiles promueven una mayor satisfacción en la vida y aportan a la salud emocional y física, oportunidades de micro catarsis que ayudan a tener sentimientos positivos y menos depresivos, a pesar que se trata de personas que no parecen importar. (“Los beneficios de hablar con extraños”, NYT, Jane E. Brody 07/08/2020)
En general, las investigaciones han demostrado que las personas están mejor cuando tienen un grupo más diverso de personas en sus vidas. Lamentablemente la COVID-19 lo ha restringido, por lo que convendría suplirlo con lazos equivalentes que puedan construirse por la vía digital, en particular para niños y adolescentes que tienen una vida social muy limitada por el encierro en casa.