El presidente Pedro Castillo lleva 90 días consecutivos corriéndose de la prensa, sin enfrentar una pregunta directa de los estoicos periodistas que cubren sus actividades, como bien resaltó ayer el diario Correo. En estos tres últimos meses -en verdad, desde siempre- el mandatario se ha dedicado a peroratas que inciden en la mediocridad de ideas y el aislamiento en una coyuntura de problemas a todas luces nociva para el país.
¿Dónde diablos se ha visto esto? Más feedback con los medios tiene su sensei del mal, Vladimir Cerrón. Pericles decía que “el que sabe pensar, pero no sabe expresar lo que piensa, está en el mismo nivel que el que no sabe pensar” y, palabras más, palabras menos, por ahí va el perfil del inquilino de Palacio. O sea, ahí está el detalle: que no es lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario, como dejó por sentado el gran Cantinflas.
Estamos seguros de que Martha Hildebrandt se hubiese gastado una genialidad para describir el mutismo y la incapacidad funcional de Castillo Terrones (así como una vez catalogó a Ollanta Humala como un cachaco mediocre), sin embargo, quien sí le ha tomado una radiografía perfecta es Mario Vargas Llosa: “No sabe dónde está parado, es un pobre señor que no tiene idea de los problemas elementales del Perú”.
El profesor no habla cara a cara con la prensa desde el 21 de febrero, pero los encargados de hacerlo por él, pero a empujones y malcriadeces para “protegerlo” de los micrófonos, es una lluvia de policías que bien pudieran estar cuidando las esquinas donde a diario se arrebatan cuatro mil celulares, en muchos casos con extrema violencia. La seguridad ciudadana es un punto muerto en este gobierno, tanto como su política comunicacional.