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En los últimos años, la cantidad de noticias políticas y judiciales que se han suscitado son de magnitudes que difícilmente volvamos a ver. Como dice un buen amigo, si los políticos de nuestro país fueran mejor parecidos, podríamos filmar una serie de culto, en tiempo real, que sería claramente de las más vistas en Netflix. Lamentablemente, nuestros líderes y lideresas no tienen el glamour necesario.

Todo este aluvión de hechos y anécdotas resulta un gran insumo para Twitter, para llenar titulares en los diarios y generar grandes reportajes en noticieros y programas dominicales. Sin embargo, cabe resaltar que este contenido aporta muy poco al análisis profundo de los problemas reales del país, los cuales quedan opacados por el anecdotario y la farándula política. Es esta la que termina marcando la agenda y que a su vez genera nuevos episodios y anécdotas, que dan vueltas en un círculo sinfín, parecido a la rueda en la que corren los hámsters, que no nos lleva a ninguna parte.

Este mal hábito nos aleja de discusiones que necesitamos para enfrentar los verdaderos problemas del país: la educación, la desnutrición, el déficit de infraestructura, la corrupción o la inseguridad ciudadana, en otros. Pero lo más lamentable es que aleja a la ciudadanía de la esperanza de que la democracia y la institucionalidad sean la solución para lograr la viabilidad del Perú a largo plazo, y por hartazgo abre las puertas a alternativas muy peligrosas, que con el discurso correcto (como lo hemos visto en México, Brasil o Venezuela), se hacen del gobierno. Regímenes que lejos de mejorar la situación, empeorarán las condiciones del país y la calidad de vida de las personas.

La prensa, que debería ser un protagonista relevante para ayudar a cambiar esta situación, sin embargo vive hoy en día una de sus peores crisis. Los medios digitales erosionan sus ingresos debilitando sus capacidades, su credibilidad baja día a día por las fake news y por los errores que estos mismos comenten, y también por líderes oportunistas que ven en la destrucción de la reputación de los medios una gran oportunidad para ellos.

A pesar de que el panorama no resulta alentador, debemos reconocer que el Perú siempre ha sido más grande que sus problemas y que la suerte ha jugado a nuestro favor. Espero que sigamos con suerte, aunque resulte frustrante que nuestro destino esté en manos del azar.