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Se atribuye a Einstein la siguiente idea: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. Quién sabe si podríamos reformular esa expresión a “locura es aplicar mañana la solución a los problemas que debiste aplicar ayer (y no hiciste) pensando que con ello quedarán resueltos”, porque eso simplemente desconoce que mañana no es ayer. Mañana tiene nuevas realidades, nuevas demandas, nuevos saberes disponibles para pensar las cosas mejor y formular nuevas propuestas.

Además, usar mañana al pasado como referente de la mejor solución para las necesidades del futuro es francamente absurdo. Lo que hay que mirar mañana como fórmula para generar bienestar es imaginar los retos y posibilidades de pasado mañana. El referente que debe guiarnos es lo que viene en el futuro y no lo que ya pasó.

No estoy hablando de desconocer las raíces y huellas de las vivencias pasadas de las personas o sociedades, y que forman parte de su identidad, cultura y valores. Me estoy refiriendo a las respuestas institucionales que hay que formular para resolver los problemas humanos que dependen de la organización, funciones y administración de una empresa, sociedad o Estado.

En el caso de nuestra educación, ello es notable. Su decadencia está ocurriendo por pretender formular hoy las acciones que tendrán efecto mañana, pero que lejos de anticipar el pasado mañana lo que procuran es sanear las carencias o deficiencias del ayer.

Ello no es auspicioso para formar una generación de ciudadanos peruanos capaces de innovar y de sacar al Perú de su postración cívica, ética y científica.