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Se etiquetan complejos problemas de niños y adolescentes para luego medicarlos, inducidos por la presión de intereses económicos de la industria farmacéutica, es lo que denuncia Gabriela Dueñas en el diario argentino La Capital, 16/07/2016.

Explica la tendencia creciente de usar las neurociencias y neurología para justificar recomendaciones riesgosas, tendientes a patologizar y medicalizar las distintas problemáticas de niños y adolescentes. Ello desalienta el necesario esfuerzo escolar por entender qué pasa en las aulas con esos alumnos que se manifiestan “inquietos”, “imposibles de tener en un aula” o que permanentemente desafían la autoridad pedagógica.

Si bien hay síndromes y condiciones que debidamente evaluados requieren apoyos terapéuticos especializados y farmacológicos, no puede aplicarse en toda desviación respecto al desempeño esperado de los alumnos, ni tampoco recomendar indiscriminadamente programas de adiestramiento cognitivo conductual para que mejoren la conducta, respondan a las expectativas de aprendizaje y hablen como la escuela espera de ellos (ADD, ADHD, TOC, TGD, TEA, entre otras).

Dueñas sostiene que la mente y la subjetividad infantil en pleno proceso de constitución y maduración orgánica no pueden reducirse a un diagnóstico neurológico, porque los niños no son objetos biológicos de funciones cognitivas aisladas unas de otras. Pero, reconoce que los docentes se sienten bastante desamparados por falta de un equipo de soporte, por lo que apelar a la medicalización y terapia les quita un peso de encima.

Otro tema para repensar los quehaceres de la escuela.