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El Minedu ha regulado que las formaciones escolares (que se hacen al estilo de los cuarteles) se limiten a 15 minutos una vez por semana. Es un avance respecto a las formaciones más extensas y frecuentes, pero no respecto al sentido de dicha formación.

Me pregunto, ¿para qué sirven esas formaciones? ¿Para reiterar el paradigma de director=comandante general que da directivas, profesores=sargentos que cuidan el orden, y alumnos =soldados de los que se espera que no piensen ni sientan? ¿Qué se hace en esa formación que no se puede hacer de manera más íntima, significativa, empática, en el salón de clases a cargo del tutor?

Si el director quiere contactarse con los alumnos para evidenciar cercanía y empatía, lo logrará mejor visitando cada salón, saludando a los alumnos y conversando con ellos en clase. Si lo que quiere es controlar asistencia o transmitirles alguna información, más eficaz es hacerlo a través de cada tutor en el aula.

Quién sabe, quizás ha llegado el momento de hacer de la acogida una política educativa transversal a todos los quehaceres escolares, para reducir las tensiones propias de la vida escolar y hacer de la escuela un lugar agradable, cálido, cordial, en el que los vínculos interpersonales son respetados y apreciados, en el que a los profesores les importa lo que pasa con sus alumnos y se lo hacen sentir y eso se traslada a las relaciones entre compañeros. Eso sin duda tendría un impacto mucho más benéfico al tratar los temas del bullying, violencia y fracaso escolar, que las tradicionales medidas de represión e indiferencia entre profesores y alumnos.