Democracia, estabilidad macroeconómica, equidad de género, condena al terrorismo y nuevo pacto social mundial han sido las palabras que con más énfasis pronunció ayer el presidente Pedro Castillo en su discurso ante la Asamblea de la ONU. El problema es que si las frases, ponderadas y dignas de aplauso, no tienen correlato con la realidad, serán inútiles para construir un mejor país y solo servirán para la campaña de imagen del jefe de Estado.
Los mensajes de Castillo parecen explicar un mundo aparte del oficial. Todo indica que prefiere abrazar sueños y darle vuelo a las buenas intenciones antes que confrontar la dura realidad de los peruanos. Es evidente que solo plantea una ilusión fundada por las ganas. Por ello, le encanta mirar por los resquicios de la actualidad porque teme lo más explícito: la improvisación de su Gobierno.
Si lo que planteó ante la ONU es cierto, cuando regrese al país debe ser coherente y dar un golpe de autoridad para remover a ministros que están en las antípodas de sus propuestas frente a la audiencia mundial. Además tiene que zanjar el tema de la nueva Constitución y cerrarle el paso a las intenciones de Perú Libre de coactar libertades, como el control de los medios de comunicación. Se necesitan gestos y acciones más que buenos deseos.