El nivel de criminalidad en el país ha sobrepasado cualquier previsión por más pesimista que haya sido. En las últimas horas hemos sido testigos de la colocación de un artefacto explosivo en un colegio particular de la convulsionada ciudad de Trujillo, con el agravante de que fue puesto en momentos en que los niños y adolescentes que allí estudian se encontraban en sus aulas o patios, por lo que percibieron el estruendo que difícilmente olvidarán en el resto de sus vidas.

Se trata del colegio Montalcini European College, de la urbanización Las Casuarinas, en la capital liberteña, donde un sujeto que fue captado por cámaras de seguridad colocó un explosivo a las 11 y 50 de la mañana, a diferencia de otras veces en que estos indeseables atacan en horas de la madrugada. Es vez han ido más lejos, por lo que de ser arrestados merecen la más dura de las condenas. Han afectado no solo a los dueños del plantel, sino también a alumnos que nada tienen que ver con sus fechorías.

Lamentablemente en La Libertad y en especial en Trujillo, la delincuencia no logra ser controlada ni con el estado de emergencia vigente desde hace más de tres meses. Las bandas de extorsionadores siguen tan activas como hace 10 o 15 años para terror de pequeños empresarios y hasta emprendedores que se ven obligados a pagar cupos para no sufrir ataques de grupos criminales como los que ya hemos visto. Sus amenazas no son solo eso. Varias víctimas han sido asesinadas.

El secuestro también campea en dicha región. En Lima se ha prestado bastante atención al rapto de la duela de gimnasios Jackeline Salazar, sin embargo, en esos mismos días el empresario minero Emilio Julca Huamán, de Huamachuco, estuvo en poder de raptores a los que hubo que pagar una fuerte suma de dinero para que lo dejen en libertad y no lo maten previa tortura, como hicieron meses atrás con otro ciudadano de la misma zona. ¿Quién pone freno a estos criminales?

Si el estado de emergencia no trae resultados, es evidente que algo diferente se debe hacer desde Lima, pues a nivel local nada se puede esperar con un gobernador como César Acuña, que está por irse otra vez de vacaciones a Europa mientras los que votaron por él y su partido se quedan a merced de asesinos, extorsionadores y asesinos. No vale quedarse de brazos cruzados. Si han puesto un explosivo en un colegio con niños en su interior, cualquier otro acto brutal se puede esperar.