Cuando se designó como ministro al profesor Juan Cadillo expresé mi satisfacción por sus credenciales y conocimiento directo de la realidad educativa. En su breve paso por el ministerio se esforzó para que haya “continuidad y cambio” tratando de fortalecer la meritocracia magisterial, la cual no debe centrarse en exámenes “preuniversitarios”, sino en instrumentos válidos que verifiquen la complejidad de los conocimientos y desempeños de una docencia de calidad. No menos importante fue su desempeño plural, democrático y su afán de avanzar en el regreso a las clases semipresenciales.
El 6 de octubre se designó a un nuevo ministro. Se trata de un maestro de carrera, un sindicalista, de quien se dice estaría vinculado a posturas radicales, lo cual es preocupante. Me refiero al educador Carlos Gallardo, egresado de la Universidad La Cantuta. Le deseo los mejores logros en su gestión que espero se desarrolle en un marco de pluralidad, amplia convocatoria, democracia, continuidad y cambio. Hay que fortalecer la reforma magisterial basada en evaluaciones, capacitaciones y aumento de haberes con base en méritos.
El sector requiere un plan de emergencia para 5 años. Pero lo urgente es, en lo que falta del año, mejorar la educación a distancia e incrementar el número de colegios que vuelvan a la semi presencialidad. Es fundamental concentrar esfuerzos en generar las condiciones para que todos nuestros estudiantes vuelvan a las aulas en marzo del 2022. Para tal fin debe comenzar ya con el mantenimiento y las condiciones de bioseguridad de los 53 mil locales escolares y con exigir la vacunación de docentes y no docentes, así como de las personas hasta los 10-12 años. Sería muy grave que se siga afectando los aprendizajes y el bienestar socio-emocional de nuestros alumnos. Y, ojo, deben continuar los actuales concursos de nombramiento y ascensos de los maestros.