Hoy suman 71 días de emergencia por el Covid 19 en el Perú y, durante este tiempo, miles de hogares, pese a dificultades económicas de la mayoría, siempre encontraron alimentos en centros de abastos donde el riesgo de contagiarse era alto por falta de control sanitario y de ahí que varios comerciantes enfermaron y fueron cerrados muchos locales.

A principios de la pandemia ocurrieron casos aislados de especulación de precios con algunos productos y, a medida que la población iba aceptando cada ampliación, los costos se normalizaron por compromiso y responsabilidad de hombres y mujeres del campo, quienes con esfuerzo y compromiso no dejaron de abastecer los mercados.

El agro nacional, igual como otras actividades productivas, sufre los efectos del Covid 19, por un lado, quienes trabajan la tierra (peones) tienen inconvenientes para recibir los bonos de solidaridad por su poco acceso a la información, mientras dueños de chacras enfrentan problemas para conseguir créditos blandos y continuar con su actividad, tal como se conoció en los últimos días por versión de productores asentados en provincias del interior.

Sin promoción y apoyo, preocupa el futuro de la agricultura, situación que puede agravarse y afectar a más de 3,5 millones de peruanos que dependen del campo y, de no ser atendidos, el nivel de pobreza aumentará, además que la especulación de precios primará en los mercados del país si disminuye la producción agrícola.

La crisis generada por el Covid 19 es oportunidad para replantear acciones en favor del sector, con planes coherentes y menos políticos, con gobiernos regiones que coordinen mejor con el Ejecutivo, dejando lineamientos aislados y buscando objetivos concretos, como potenciar la agricultura, tan importante como el turismo, industria, construcción, minería y otros sectores productivos. Es cuestión de decisión y liderazgo de quienes están en el poder, cambio que por décadas se demanda.