Cada vez que Pedro Castillo realiza una actividad oficial se toma un tiempo para victimizarse. El viernes lo hizo en Requena, en la región Loreto donde cuestionó a la prensa que da cuenta de las investigaciones en su contra, pero ayer, en Cerro de Pasco, fue más allá.

El presidente dijo que tiene pruebas para demostrar que el Ministerio Público estaría presionando a los colaboradores eficaces, que están brindando pruebas sobre los delitos que se le imputan, para que mientan.

Entonces, como es lógico, emplazamos al presidente que no siga usando la plaza pública para lanzar amenazas veladas y que entregue esas supuestas pruebas porque el más interesado en reafirmar su inocencia es él, pues le quitaría de encima el peso de las investigaciones fiscales en su contra y permitiría que se centre en gobernar y no en defenderse.

Pero eso no fue todo, también anunció una revisión de los contratos entre privados y el Estado y aseguró que si se determina que estos no se están cumpliendo, los resolverá y hará que sea su gestión la que los lleve a término.

Esto, más que una promesa, parece una amenaza pues es emitida por la cabeza de una gestión que lleva cerca de un año intentando comprar urea, y no lo logra, o que llevó a Petroperú al borde de la quiebra porque alguien que designó, y que habría sino nombrado previo pago de un soborno, según la Fiscalía, se negó a permitir que se audite a la petrolera estatal.

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