La insistencia del premier Aníbal Torres con la cuestión de confianza es una velada amenaza al Congreso. Presentar por segunda vez el documento a sabiendas que no procede porque jurídicamente es inviable y pedir formalmente sustentarlo en el Pleno es ponerse de espaldas al imperio de la ley. Pero además es un gesto arbitrario para someter al Legislativo a sus caprichos. A falta de argumentos y sensatez, bien valen para el presidente del Consejo de Ministros la matonería y las acciones intimidatorias, que además le genera una cortina de humo. No sabe hacer política de otro modo. Su rudimentaria estrategia solo confirma que tiene un enfermizo rencor contra los que piensan diferente.

La presidenta del Poder Judicial, Elvia Barrios, ha sido contundente al respecto. “Sobre la cuestión de confianza, saben que hay un pronunciamiento del Tribunal Constitucional y, tengo que repetirlo, cuando el Tribunal Constitucional emite un pronunciamiento, esto es fuente de derecho”, enfatizó. Es momento que Torres deje de lado las agresiones verbales y sus tonos amenazantes que solo agudizan la lucha de poderes. Es evidente que si continúa esta pugna no solo habrá polarización en el país sino una crisis política y social que nadie estaría en condiciones de controlar.

Con estas iniciativas, con total desprecio al estado de Derecho, el perjudicado es el Gobierno porque se debilita más. Se viene a pique porque le da más espacio a lo que les conviene que a lo que la ciudadanía necesita.

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