Es verdad que el gobierno del corrupto Pedro Castillo ha sido un desastre y que en gran parte es el responsable de la recesión y los problemas económicos que atraviesa el país, tal como lo ha señalado el martes último el premier Alberto Otárola durante la jornada inaugural de Cade 2023 en Cusco. Sin embargo, tal afirmación termina siendo un disparo a los pies si se tiene en cuenta que la actual mandataria, Dina Boluarte, fue parte activa y hasta escudera de esa administración putrefacta, salvo en el último mes.

El mismo error de atribuir a estas alturas las desgracias del país a Castillo, sus ministros, sus paisanos y sus parientes, lo cometió la presidenta Boluarte durante su extenso mensaje del 28 de julio último, olvidando que ella fue la vicepresidenta y ministra de Desarrollo e Inclusión Social. De hecho, es momento que la mandataria y el premier dejen de lado ese “argumento” sin sentido para librarse de responsabilidades, y miren ya hacia adelante para tratar de salir del hoyo en que nos encontramos.

El premier Otárola ha culpado al régimen anterior de torpedear la confianza en el país, que es la que atrae inversiones y genera empleo productivo. Bueno, sería positivo que sepan en el Poder Ejecutivo que en el actual régimen tampoco se ve mucho compromiso de apoyar el trabajo de la empresa privada, que es vital para salir de la recesión económica. Lo ha dicho muy claramente Juan Fernando Correa, presidente de Cade 2023, quien ha agregado que el actual gobierno debería ser más claro de a dónde quiere llevar al país.

Quizá esto se deba a que la mandataria siga siendo, en el fondo, una nostálgica de la izquierda estatista y destructora de países. No olvidemos que la señora llegó al poder de la mano de Perú Libre, un partido que soñaba con convertir al Perú en la nueva Cuba o Venezuela de la región. A lo mejor esa sea la razón para que, por ejemplo, mantenga al frente del Ministerio de Energía y Minas a Óscar Vera, un viejo sindicalista de Petroperú, el más grande ejemplo del desastre al que puede ser llevada una empresa pública.

El actual gobierno ya lleva un año en el poder y más allá de seguir culpando de todo al inepto y golpista de Chota, debería salir agresivamente a atraer inversiones no solo con el discurso, sino también con acciones concretas, con gestos que den confianza a quienes arriesgan y ponen de la suya para generar empleo y sacar al Perú de donde está. Ningún país sale de la recesión con críticas a gestiones pasadas, con nostalgias estatistas, con bonos ni con pagos como los del Fonavi.

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