A propósito de la realización de la 52 Asamblea General de la OEA en Lima (que nos costará la friolera de 12 millones de soles, según estimó el excanciller Luis Gonzales Posada) es bueno recordar que la “Organización de Estados Americanos” es una entidad pública internacional creada en 1948, mediante un tratado multilateral. Dentro de sus propósitos encontramos el afianzar la paz y la seguridad del Continente, promover la democracia representativa dentro del principio de no intervención, prevenir las posibles causas de dificultades y asegurar la solución pacífica de controversias entre los Estados miembros. La OEA opera con un fondo anual que asciende a cerca de 83 millones de dólares financiados a través de sus 35 países miembros, dentro de los cuales, curiosamente, encontramos a Venezuela y Nicaragua, países en los que sistemáticamente se violan derechos humanos, se persigue y encarcela a ciudadanos por sus ideas y se cometen graves atentados contra la legalidad, la libertad y la democracia.

Durante el acto de apertura de la Asamblea General en Lima, el secretario general Luis Almagro, señaló de manera muy genérica que” La falta de democracia, la existencia de dictaduras (sin señalar cuales), la vulneración a los derechos humanos y a la libertad de expresión, los atentados contra periodistas, contra defensores derechos humanos, la seguridad alimentaria, la estabilidad institucional, las carencias de los sistemas de pesos y contrapesos, la violencia y muchos fenómenos más, son realidades que afectan nuestras igualdades en el hemisferio”. En ese orden de ideas, sería importante que nuestros visitantes tomaran conocimiento que el actual presidente del Perú, viene siendo investigado, en fuero fiscal, nada menos que por ser el presunto cabecilla de una organización criminal y que el mayor flagelo que sacude a nuestro país, a la región y al mundo entero, no es necesariamente la desigualdad o la discriminación, sino el imperio de la corrupción y el robo de fondos públicos que, en lugar de destinarse a crear bienestar y desarrollo a favor de la población, se destinan al festín de la repartija y al despilfarro global. ¿Será capaz la OEA y su secretario general de repudiar, públicamente, estos hechos y pronunciarse sobre las graves violaciones de derechos humanos que ocurren en varios países de la región?