Durante el Siglo XX ecuatorianos y peruanos, empeñados en consolidar el respectivo espacio territorial sobre el cual cada nación ejercería soberanía, nos enfrentamos empleando diversos instrumentos. Para conocer la evolución de los límites entre nuestros países remitimos a la obra del historiador Félix Denegrí Luna, especialmente “Perú y Ecuador, apuntes para la historia de una frontera” (1996), brillante síntesis histórica, con mirada geopolítica, basada en el derecho que nos asiste a los territorios del norte y la amazonia.

En ambos países podemos conversar con quienes combatieron durante décadas. De 1910, cuando se frustro el arbitraje papal, a 1936, con la línea de status quo, tenemos los antecedentes de la guerra de 1941; venció el Perú con el liderazgo político del presidente Prado y la conducción militar del mariscal Ureta; el Campo de Marte posee el Monumento a los defensores de la frontera realizado por Artemio Ocaña. La frontera, fue aceptada en Brasil (1942), pero quedo trunca en un tramo (1960). Siguió Falso Paquisha (1981), en que el presidente Belaunde y el general Hoyos recuperaron la zona.

La última, Cenepa (1995), que se ganó con alto costo en vidas, desalojando a combatientes ecuatorianos de nuestro territorio gracias al dinamismo de tropas jóvenes aunque con la experiencia de haber enfrentado a los delincuentes terroristas, nos llevó a la senda de la negociación. Ecuatorianos y peruanos pudimos suscribir que “En la ciudad de Brasilia, el 26 de Octubre de 1998, los Excelentísimos señores Jamil Mahuad Witt, Presidente de la República del Ecuador y Alberto Fujimori Fujimori, Presidente de la República del Perú, se reunieron para dejar constancia formal de la conclusión definitiva de las diferencias que durante décadas han separado a sus dos países.” Hoy, dos naciones hermanas, con pasado y futuro compartido, construimos integración, desarrollo, paz.

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