Es una lástima que el Perú no sea uno de los países visitados por el líder opositor venezolano Edmundo González Urrutia en los días previos a la farsa de toma de poder que habrá en Caracas el próximo 10 de enero, cuando el dictador Nicolás Maduro inicie un nuevo periodo presidencial tras haberse robado el resultado de las elecciones del 28 de julio último, en que el chavismo cometió un fraude escandaloso en complicidad con algunos gobiernos apestados del planeta como Cuba, Nicaragua y Rusia, entre otros.
El ganador de los comicios venezolanos ha dejado su exilio en España para recorrer Uruguay, Argentina, Estados Unidos, República Dominicana y Panamá, antes de tratar de llegar a Venezuela, a pesar de que la tiranía chavista y su sistema judicial títere vienen ofreciendo 100 mil dólares de recompensa a quien brinde información que permita la captura de González Urrutia, un diplomático jubilado que en los comicios sacó más de 30 puntos porcentuales de ventaja al dictador Maduro.
¿Por qué Perú no ha recibido a González Urrutia y no le ha ofrecido su apoyo en la lucha contra el chavismo criminal? Es algo que debería responder la presidenta Dina Boluarte, quien meses atrás sacó del Ministerio de Relaciones Exteriores a Javier González Olaechea, luego que mostró una postura muy crítica ante el fraude electoral en Venezuela, para poner en su lugar al actual canciller, Elmer Schialer, el que debutó en el cargo señalando que los problemas de Venezuela, debían ser resueltos por los venezolanos.
Sería bueno saber por qué la tibieza del gobierno de Lima ante el escandaloso fraude electoral de Venezuela, que generará un régimen ilegítimo e ilegal que pretende iniciar un nuevo periodo este viernes 10 de enero. ¿Será que Vladimir Cerrón está moviendo sus hilos?, ¿quizá la presidenta añora su faceta de izquierdista radical que la llevó a ser parte de la plancha presidencial de un partido como Perú Libre, que ofrecía acabar con la democracia y convertirnos en la nueva Cuba del continente?, ¿le sabe algo Maduro?
La izquierda peruana -eterna chavista y escudera de dictadores siempre y cuando no sean de derecha-, debe estar celebrando que el gobierno peruano se ponga de costado y mire para otro lado frente a los intentos de González Urrutia y países democráticos por recuperar un país que lleva 25 años en manos de una tiranía que no tiene cuándo acabar y que ha llevado a un país rico en petróleo a ser un territorio de pesadilla del cual la gente es capaz de huir caminando a donde sea y con sus hijos en brazo, solo para poder darles algo de comer.