“La ciencia sin la religión es coja, la religión sin la ciencia es ciega”. Estas palabras de Albert Einstein se traducen en que el aporte de la ciencia no puede ser ignorado a pesar de la ideología de las personas. Lo mismo ocurre con las políticas públicas: para que tengan éxito deben estar basadas en ciencia y evidencia, tal como se señaló en el último foro “De la Ciencia a la Política en las Pesquerías de la Corriente de Humboldt”.

En efecto, el aporte de los científicos ha sido fundamental para el ordenamiento de la pesquería peruana de anchoveta, una de las más estudiadas del planeta; gracias a lo cual su biomasa bordea hoy los 10 millones TM y es reconocida como una de las pesquerías mejor administradas del mundo, demostrando cómo en el Perú hemos sido capaces de convertirla en un modelo de pesca sostenible; donde se reconoce la toma de decisiones basadas en la ciencia. De ahí la necesidad de contar con instituciones independientes y sólidas que estén a la altura de este desafío como lo es el IMARPE, instituto científico peruano reconocido a nivel internacional.

Sin embargo, y pese a todo lo bueno, existe un gran reto: la regulación de la pesca artesanal; donde urge profundizar en el estudio de los recursos costeros que dan sustento a miles de pescadores, así como promover estudios multidisciplinarios para comprender las dimensiones sociales de esta actividad.

Por ello, para que una política pública funcione, se debe no solo recoger el aporte de todos los actores que participan directa e indirectamente en el sector; sino, sobre todo, aprender de la ciencia así como de las experiencias exitosas y de las lecciones aprendidas en cada uno de nuestros países. Parafraseando a Einstein, podemos afirmar que las políticas sin ciencia son cojas y ciegas.