Una persona entrenada en sus 11 años escolares y otros 5 universitarios a evaluarse a partir de la respuesta única correcta en los exámenes ¿por qué habría de estar en condiciones de especular con teorías e hipótesis propias, no convencionales, para encarar problemas que no tienen solución verdadera única y universal? Un estudiante capaz de hacer preguntas propias, acostumbrado a encontrar fisuras en las teorías de los profesores, capaz de formular sus propias teorías, está abriendo la puerta a indagar, investigar, confrontar, buscar sentido a las cosas, intentar respuestas originales, ponerse en escenarios diversos… En suma, pensar, construir sus propios conocimientos y convicciones.

Creo que esa es una de las principales lecciones que dejan las acciones de los gobiernos latinoamericanos incapaces frente al coronavirus. Asumen una versión monocorde de cómo encararla, copiada de recomendaciones de terceros en Europa o Asia sin considerar nuestras realidades específicas que incluyen la enorme informalidad para generar patrimonio e ingresos, y el desacato habitual a las reglas de convivencia y formalidad establecidas por las elites gobernantes en las que no creen, por las acumuladas evidencias de corrupción y desprecio por el bienestar popular. El “arréglese como pueda” se nutre de la evidente ineficacia de la burocracia estatal para acoger sus necesidades básicas de salud, educación y cualquier trámite se servicio público.

Obviar lo que esto nos enseña de nuestra gestión estatal y educación retrógrada, nos deja indefensos para las siguientes crisis de igual o mayor magnitud.